martes, febrero 05, 2008

5 de febrero de 1991

El gobierno de Carlos Saúl Menem privatizó en 1991 el sistema de trenes que pertenecían hasta entonces a Ferrocarriles del Estado, concesionado a empresas privadas los servicios urbanos y de carga y cerrando la mayor parte de los ramales, acto que produjo la cesantía de 85 mil ferroviarios.
«¿Quiénes han cerrado talleres ferroviarios como los de Tafí Viejo, con 5.500 trabajadores; o Laguna Paiva, con 2.000; y los 700 de San Cristóbal y los 400 de Cruz del Eje?», se pregunta Muñoz, afincado en Córdoba y de paso por Buenos Aires.
«¿Quién echó por tierra la trayectoria de los individuos que realizaban tareas superiores, que provenían de las escuelas ferroviarias y se habían forjado en esos talleres?».
Se a vendido el ferrocarril por chaucha y palito y han destruido el tren cuando el mundo desarrolla los ferrocarriles con nuevas inquietudes».
Por ejemplo «varias series de locomotoras» producidas en los talleres ferroviarios argentinos que «fueron a parar a Altos Hornos Zapla como chatarra a 7 pesos el kilo» para alimentar las entrañas de ese gigante del acero.
Mucho antes que eso, el impulso al desarrollo ferroviario de pioneros como Pablo Nogués, en la década del ’30, y posteriormente la nacionalización de la red ferroviaria por el gobierno de Juan Domingo Perón, en 1947, habían ido creando las condiciones para lograr la fabricación de 15 locomotoras nacionales, repuestos y unos 900 coches dormitorios en Talleres Córdoba. en el ferrocarril había gente muy ligada culturalmente a individuos que tenían no solamente conocimientos técnicos sino también artísticos, en un conglomerado de alemanes, rusos, italianos que formaban colectividades en cada actividad», en la Unión Ferroviaria y La Fraternidad.
Hace 17 años, un 3 de febrero, el de 1991, los ferroviarios iniciaban la larga lucha contra la política privatista del gobierno de Menem, situación que no fue modificada en estas casi dos décadas, por el contrario, el desguace fue profundizado. . más de 35 mil millones de dólares, solamente de nuestros ferrocarriles, a esto hay que sumarle el petróleo, los teléfonos, el gas, el agua, nuestras reservas minerales y mucho más.
Hoy no tenemos ferrocarriles en nuestra geografía, por lo tanto no hay trabajadores, ni industria, ni comunicaciones, hay talleres diezmados e industria ferroviaria desguazada.
Hay pueblos abandonados y entristecidos por la falta del ferrocarril.El movimiento obrero ferrocarrilero apenas cuenta con 15.000 trabajadores, cuando fue desguazado tenía cerca de 100.000, más 30.000 puestos más indirectosel rostro indeseable de José Pedraza, el cómplice principal del desmantelamiento de la red ferroviaria durante la década menemista y del encogimiento del gremio más numeroso del país a una mínima expresión. De cada diez trabajadores ferroviarios en 1991, hoy sólo quedan dos.
En proporción, hay pocos aportes tan significativos a la desocupación como el de la Unión Ferroviaria. A pesar de ello, Pedraza sigue firmando convenios que reducen los derechos de los pocos miles de trabajadores ferroviarios que quedan.
El año pasado acordó con las empresas América Latina Logística Central SA y América Latina Logística Mesopotámica SA, el convenio 612/03 en el que se admite la Polivalencia Funcional
En el caluroso febrero de 1991 estalla la huelga, votada en vibrantes asambleas de un puñado de seccionales, para extenderse, rápidamente, a muchas otras.
Sus reclamos: elevar el básico de convenio a 2.000.000 de australes, ajustable según el costo de vida y un anticipo de urgencia de 1.500.000. Esto representaba un aumento de más del 100 %. La apuesta era fuerte y muchas las ganas de pelear por los derechos y la dignidad perdidos.
La huelga se apoyaba en dos pilares importantísimos: La democracia de asamblea y el Plenario de Seccionales. Se trataba de un mecanismo muy simple y a la vez muy contundente: todo se discutía y se votaba en asambleas absolutamente democráticas, en las que también se designaban delegados con mandato para representarlas en el Plenario, que se realizaba periódicamente en un lugar rotativo de reunión. Además, se había nombrado una Mesa de Enlace, responsable de llevar adelante las negociaciones y las relaciones con otros gremios y organizaciones. Esta Mesa estaba obligada a informar, exhaustivamente, sobre todas sus actividades, y sus miembros eran revocables por simple mayoría de votos en asamblea. Simple y contundente, rescatando lo mejor de la tradición obrera.
En la mayoría de los comunicados de prensa, circulares y volantes de la huelga se podía leer la siguiente frase al pie: “Esta vez no habrá traición, esta vez dirigen las bases”.
Hoy recordamos esa histórica huelga renovando el compromiso a seguir el ejemplo que nos dejaron estos compañeros.

Por un sindicato al servicio de los trabajadoresUn ferrocarril al servicio del pueblo
Re estatización con control de los trabajadores y usuarios
Comisión de prensa, línea Sarmiento
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