domingo, agosto 12, 2007

Convenios colectivos, salario mínimo y ganancias


La política salarial como mecanismo de fragmentación social

Eduardo Lucita*

Desde al año 2004 las negociaciones colectivas anuales crecen sistemáticamente abarcando cada vez un mayor número de ramas, de sindicatos y trabajadores. Constituyen así el hecho novedoso del mercado de trabajo ya que el nivel de negociaciones parece estabilizarse año a año, y las paritarias no pueden ya considerarse una excepción sino una practica normal, institucionalizada.

Un reciente informe provisorio del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) sobre negociación colectiva en el año en curso, da cuenta de que en el primer semestre fueron homologados 403 convenios, de estos 134 lo fueron por rama de actividad y 269 por empresa, alcanzando a 3.400.000 trabajadores, cerca del 70% de los asalariados del sector privado registrados.

Salarios y Condiciones
Si bien las Convenciones Colectivas deben tratar sobre diferentes aspectos que hacen a la venta de la fuerza de trabajo –retribución económica, condiciones de trabajo, horarios, definición de puestos, recategorizaciones y demás- la mayoría de las paritarias de estos años se centran en las remuneraciones directas.

Esto obedece a que las conducciones sindicales, y aun los propios trabajadores, han priorizado hasta ahora recuperar niveles salariales frente a la caída estructural que se verifica desde los años ’70, y la agudización de la misma desde 1995.

Pero también debe verse que las patronales están mucho más dispuestas –dentro de ciertos límites- a conceder incrementos salariales que a modificar las condiciones laborales impuestas en sucesivas reformas a la legislación laboral durante la década del ’90. Esas condiciones promueven la flexibilidad laboral en un sentido amplio, que es esencial para el mantenimiento de las fuertes alzas de productividad logradas por las empresas.

Pisos y Techos
Durante el 2006 el Gobierno Nacional intervino directamente en las discusiones paritarias fijando piso y techo para los acuerdos salariales –los primeros para mantener niveles de consumo interno, los segundos para no vulnerar la tasa de rentabilidad empresaria- sin embargo este año las inauguró asegurando que no habría límites, en tanto que el Secretario General de la CGT, habló de “paritarias sin pisos ni techos” pero “… sí de una negociación responsable”.

En los hechos no hubo piso, incluso algún gremio firmó por el 9% de aumento, pero sí hubo techo, en principio del 15% y luego elevado al 16.5%. Techo que fue vulnerado por numerosas paritarias. Solo como ejemplo: la UOM acordó un 19.8% más adicionales; Empleados de Comercio 23%; Neumáticos 25% más adicionales, Petroleros 30%.

No es posible hacer una evaluación precisa del resultado ya que la base de cálculo es muy variada según los convenios, como así también si lo fueron en porcentajes, en sumas fijas o una combinación de ambos, asimismo si los porcentajes fueron homogéneos para todas las categorías o bien diferenciados. En algunos casos los porcentajes se otorgaron sobre los sueldos de convenio, en otros sobre la remuneración efectiva y en otros sobre los básicos. En algunos casos los porcentajes escalonados son acumulativos y en otros simplemente se suman.

En muchos acuerdos los aumentos otorgados son no remunerativos y luego se van absorbiendo escalonadamente. Se trata de una estratagema patronal, con la anuencia sindical y el beneplácito del Ministerio de Trabajo para disminuir el impacto en el costo laboral empresario. El caso extremo tal vez resulte el de Empleados de Comercio que firmó un convenio por catorce meses, en el que los diez primeros son no remunerativos!! con excepción de los aportes a la obra social.

No obstante esta verdadera anarquía que prevalece en la negociación colectiva, estimaciones realizadas por analistas especializados, sobre las homologaciones hasta el 30 de junio pasado, muestran que en el sector privado el balance de estas paritarias arroja un incremento salarial promedio que oscila entre el 20 y el 23%.

Una muestra más de cómo la expansión económica y las mayores tasas de actividad y ocupación han fortalecido la capacidad de negociación de los trabajadores.

Salario mínimo
Avanzadas las paritarias el gobierno nacional se apresuró a convocar al Consejo del Salario para establecer un nuevo mínimo de convenio. Si bien el 60% de los trabajadores del país gana menos del mínimo el aumento actual, al alcanzar solo a los que están en blanco, beneficia apenas a unos 420.000 trabajadores, no está incluido aquí el personal doméstico ni buena parte de los empleados públicos.

Sin embargo la convocatoria fue solo formal, el Consejo casi no se reunió y mucho menos debatió. La CGT llevó como propuesta elevar el mínimo a $1.040, pero fue un mero simbolismo, el gobierno, con el apoyo tácito de los empresarios y la mirada distraída de los jefes sindicales, impuso una decisión tomada previamente: llevarlo a $900 en agosto para llegar a diciembre con $980.

Una vez más se tomó como referencia la línea de pobreza, y a pesar de que está subvaluada por los retoques del Indec ni siquiera la alcanza. Estudios privados ubican la línea de pobreza en $1.070 al mes de Julio.

Sin embargo no es este el parámetro que hay que tomar, la referencia del mínimo de convenio no puede ser otra que el valor de la Canasta Familiar histórica, que con los datos conocidos esta semana se aproxima a los $ 2750.

Estudios del IDEP-CTA muestran que históricamente el valor del salario promedio de la economía argentina era del 80% de la Canasta Familiar, por lo que actualmente debiera ser de $ 2.200, en tanto que el salario mínimo, según el mismo estudio, era del 60% del salario promedio, por lo que hoy debiera ser de $1.320. Esto es un 46% mayor que el valor mínimo fijado hoy por el gobierno.
No obstante numerosas asambleas de base por empresa han reclamado, y en varios casos conseguido, un mínimo cercano a la Canasta Familiar.

Impuesto a las Ganancias
Continuando con lo que bien puede considerarse una verdadera aberración de la más que regresiva política tributaria nacional, que equipara salarios con ganancias empresariales, el Gobierno ha decidido un nuevo incremento del mínimo no imponible llevándolo a $3.346 para los trabajadores solteros y a $4.577 para los casados con dos hijos.

Esto alcanza a unos 600.000 trabajadores de medianos y altos ingresos que dejaran de pagar o pagaran menos por este impuesto, que en rigor debiera eliminarse totalmente. Pero el beneficio no alcanza a los monotributistas ni a los trabajadores autónomos.

Así, tomada de conjunto la política salarial actual es un mecanismo más que colabora en la fragmentación de los trabajadores. Al mantener bajo el salario mínimo y favorecer la discusión por empresas incrementa la dispersión salarial, en tanto que con las desgravaciones a los altos y medios salarios potencia una capa de asalariados que se despega del conjunto al mismo tiempo que se mantiene un alto porcentaje por debajo de la línea de pobreza y sometidos a las condiciones precarias del trabajo en negro.

La mejora de los asalariados medios y altos se financia a costa de la caída de los más empobrecidos.

* Integrante del Colectivo EDI-Economistas de Izquierda
Revista Cuadernos del Sur
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